Nancy Páez creció en una casa que tenía, en su patio interno, un frondoso árbol de mango. Al padre se le ocurrió construir una cocina en ese espacio, pero decidió que había que buscar la manera de no talar ese árbol que, con su sombra, los protegería un poco del sofocante calor de Puerto Ordaz. Mucho tiempo después, todos extrañarían los momentos que vivieron allí, tanto como los mangos de aquella mata.
Desde pequeña juego a escribir cosas en un papel. Me convertí en periodista con el sueño de cambiar el mundo. Sigo siéndolo, pero entendí que la palabra escrita es mi forma de crear realidades, escribiendo soy genuina y transparente.
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