Una oscura soledad.
Era 2019, marzo específicamente, lo recuerdo tan vivo porque ese periodo se aproximaba mi cumpleaños n°18. Me encontraba en la ciudad de Caracas, en ese momento estudiaba medicina en un lugar donde la información sobre nuestro entorno no llegaba con facilidad. Con las fallas eléctricas se sumaba la falta de agua, debido a que sin luz, la estación que distribuía el vital líquido a gran parte de la capital no funcionaba. La universidad tomó la decisión de darnos libre a todos, todos teníamos una sensación de angustia porque ¿a dónde podíamos irnos? La mayoría éramos de otras zonas de país y no teníamos lugar fijo en la ciudad. Por suerte, pude tener alojamiento donde un familiar, sin embargo, era yo sola en ese apartamento. Las noches eran muy oscuras y largas. En el ambiente solo se escuchaba el ruido de la autopista. La batería del celular había que rendirla para el momento que llegara una de señal porque comunicarme con mi familia que estaba en otro estado. Todos los días, se tornaba en salir temprano para conseguir alguna cafetería, panadería, local abierto para comer, y volver antes que la oscuridad tomara esa zona de la ciudad. Recuerdo que cerca de la residencia existe un pozo conectado a una tubería donde vecinos se ingeniaron para activarla y la comunidad creaba una larga fila para llenar botellones y envases para surtir de agua a sus hogares. Fue una semana complicada, llena de ansiedad y desesperación.