Recuerdo el apagón como uno de los mayores eventos generadores de angustia en los últimos veinticinco años y eso que hemos vivido muchos.
Como veníamos del trauma de los días de escasez, en mi casa teníamos el congelador lleno de carnes y pescados. Aparte de que viviamos la época en que no se conseguía gas doméstico.
Nosotros estàbamos en el último piso del edificio y teníamos una bombona recién bachaqueada. Cuando nos dimos cuenta de que la situación iba para largo, empezamos a cocinar todo lo que teníamos e invitamos a vecinos a comer, quienes también trajeron comidas. Fue una especie de Festín de Babette bolivariano y tercemundista, pero nos ayudó a mantenernos distraídos y a compartir las penurias de la falta de electricidad.