María Pilar García

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  • en respuesta a: Debate “Así viví el apagón” #24075
    María Pilar García
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    -Se fue la luz¡ grité a mi esposo. No era nada extraordinario pues en esos días la luz se iba y venia con frecuencia. Corrí a bajar los “brakes” de la nevera, no fuera que se echara a perder, como había ocurrido un año antes, debido a los cambios fuertes de voltaje y la ausencia de un protector. Me imaginé que la obscuridad duraría apenas unas horas. En la noche, prendí velas y dado que ni siquiera tenía señal en el celular y me quedaba muy poca batería en la computadora, conversé animadamente en la penumbra con mi esposo, lo cual también tiene su encanto. Me fui a dormir, no sin antes dejar lista la olla con agua y la manga de café, confiando que en la mañana prendería la cocina eléctrica y disfrutaría del ansiado cafecito. Pero !oh sorpresa¡ al levantarme cuasi-zombi a preparar el café, no había agua en el grifo ya que la bomba arranca con electricidad ni la cocina eléctrica funcionaba. Como no teníamos señal de internet en ninguno de nuestros celulares ni tampoco radio con baterías, no nos habíamos enterado de la magnitud de la falla. Al bajar donde la conserje con café y azúcar en mano para que me permitiera usar su cocina de gas, me enteré por la radio que el apagón era a nivel nacional y que podríamos pasar varios días a oscuras. La solidaridad de la conserje y de nuestros vecinos que disponían de cocina de gas fue muy conmovedora. Ese segundo día se fue en cargar agua en tobos desde el estacionamiento donde había un grifo que fluía dada la pendiente además de subir y bajar y volver a subir y bajar donde la conserje para comer unas arepitas que nunca me supieron tan sabrosas. Las arepas y el café de ese segundo día fueron un regalo solidario de la conserje; el tercer día de nuestros vecinos; los días siguientes, tomé las riendas y me encargué de preparar las arepas y el café . Era lo mas fácil de comer en estas circunstancias, no teníamos agua para lavar los corotos y, además, temíamos que el queso y jamón se echara a perder dada la falta de congelación. Después de unos seis o siete días sin luz, ni agua, ni internet que nos parecieron infinitos, casi sin noticias sobre el futuro de la luz y habiendo terminado mi libro de lectura que me acompañaba en las horas de luz diurna, me deprimí profundamente y empecé a buscar la manera de adelantar el viaje que tenia previsto para España. ¡No aguantaba mas y se me había acabado la esperanza¡ Nos fuimos a la autopista a la altura de Las Mercedes donde se conseguía señal de internet y me comuniqué con mis hijas que viven en el exterior, como miles de venezolanos, para que me buscaran un pasaje que me salvara de esta pesadilla. También concluí que debía poner una cocina a gas cuanto antes, pero entonces comenzó la odisea de la falta de gas..esa es otra historia .

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