Increíble que han pasado 6 años de aquel largo apagón y lo recordamos como si fuera tan reciente.
Fue un jueves, estaba saliendo del negocio familiar. Mi papá tuvo que salir a surtir el carro de gasolina y me buscó una tía, quien me dijo que no había luz en ninguna parte. Ese día tenía programa de radio, pero no hubo, no había señal para comunicarme con nadie, todos los semáforos apagados. El silencio era rotundo. Duré varias horas para hacer al menos una llamada y confirmaba que en horas de la noche de ese 7 de marzo de 2019 no había energía eléctrica en varios estados. No pensé que la espera de tener luz nuevamente fuera larga. En los lugares que había planta eléctrica y tenían el televisor puesto solo podían verse dos canales: VTV y Tves. Ambos hablaban de un apagonazo y que era un “sabotaje eléctrico” en todo el país.
Afortunadamente teníamos gas y agua, por eso fue un poco más llevadero. Eso sí, gran parte de lo que teníamos de charcutería tuvimos que comerlo con pan antes de que se dañara. Se usó hielo seco para que se refrigerara. Todo se pagaba en pesos, nadie podía usar bolívares como medio de pago porque no había conexión con puntos de venta, y mucho menos internet para hacer un pago móvil.
Entre viernes y sábado pasamos el tiempo con los vecinos en mi edificio. Jugando dominó y conversando, con la esperanza que algún día la luz llegaría. Ya cuando tocaba subir nuevamente a la casa yo anotaba en un cuaderno los detalles, incluso hice una entrada en mi blog personal sobre esa situación. El sábado al mediodía intentó llegar pero fue una explosión de un transformador cerca de mi casa, la espera se extendía
El fin de semana prácticamente me la pasé sin batería, totalmente desconectado, hasta el domingo al mediodía que por fin llegó la esperada luz. Justo el 10 de marzo fue mi cumpleaños 22. Lo recibía a oscuras, pero en familia. Luego llegó y fue otra historia. Pero fueron 72 horas a oscuras. Se dice y no se cree. Solo espero que no vuelva a repetirse nunca más.