Vive en una casa enorme en Las Piedras de Cocollar, un pueblo del sur del estado Sucre, en el oriente venezolano, donde quería envejecer junto a sus familiares. Pero, con el paso del tiempo, algunos murieron y otros migraron.
Durante años, Nora se dedicó a darles clases particulares de física, química, matemática e inglés a los jóvenes de su comunidad, en Carúpano, estado Sucre. Entre sus alumnos tuvo a los hijos de Zoila Hernández. Cuando estos se graduaron, dejaron de tener noticias de Nora, hasta que, tiempo después, Zoila volvió a su casa para tenderle una mano.
Durante 47 años, en el Valle de Mocotíes, a 81 kilómetros de la ciudad de Mérida, Luis Antonio Molina mantuvo un taller de herrería. Soldando rejas, faroles y puertas, encontró el sustento para su familia y a la vez una forma de vida. Una vida que ahora, a sus 67 años, luego de recibir un diagnóstico de cáncer, siente que pende de un hilo.
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